La Guardia Civil intensifica los controles a pie de río para poner coto al furtivismo aunque los agentes aseguran que la gente es más responsable y se efectúan «muy pocas denuncias».
Nunca como en el mes y medio que llevamos desde que se abrió la temporada los agentes del Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil tuvieron tanta presencia en el río. Hasta tres veces este comentarista fue requerido tanto en el Órbigo, (una vez) como en el Esla (dos veces).
Parece que la vigilancia es constante, controlando la documentación de los pescadores, el número y tamaño de las truchas capturadas e incluso efectuando registros si existen sospechas o evidencias. Tal vez por aquello de que «el miedo guarda la viña» o porque el importe de las sanciones haga desistir a muchos furtivos, lo cierto es que las denuncias no son frecuentes. «El furtivismo se ha reducido de forma sustancial, -comentaba un agente el pasado sábado en Villaquite, a las orillas del Esla-; la gente es mas responsable y lo cierto es que efectuamos muy pocas denuncias».
No opinaba lo mismo un pescador: «Es normal que aquí, a pleno día, la gente no se moje. No dudo que el furtivismo no está generalizado, pero estoy convencido de que siguen existiendo grupos organizados que esquilman el río en plena veda o por la noche». En todo caso los agentes también comentaban lo poco que se está pescando. Curiosamente el pescador ya no ve al guardia civil con miedo, sino casi con alivio. «El año pasado -agrega el mismo pescador- no me pidieron la licencia ni una sola vez, ni en los cotos. Los agentes forestales ni aparecen por los tramos libres, aunque siempre hay excepciones. La vigilancia del río sigue siendo una de las asignaturas pendientes de la pesca en León».